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Lectura para sanar

Actualizado: 2 mar


Para mi la literatura es, un terrario, un ecosistema en miniatura, en donde se puede observar a través de sus distintos lados, la gran obra divina, la vida ¿Cómo un ser vivo depende de su entorno y éste, depende de cada uno de los seres que habitan allí? tanto del lado de quien va a construir un terrario como del lado de quien lo observa, se ven perspectivas distintas, debido a su capacidad de sentidos. La literatura es la vida misma representada, es arte y como todo arte, no solo requiere de ingenio sino de cuidados, de sanación, de expiación.



Para Julio Cortázar, un gran escritor argentino que escribió muchos relatos y exploró el género narrativo en todas sus dimensiones, mantuvo un compromiso personal y orgánico con el arte de escribir, puesto que para él, el ejercicio de escribir cuentos era como expiar aquellas sombras o monstruos que luchaban en su interior para luego darles forma y color a través de su escritura. Al igual que Cortázar, Edgar Allan Poe, escritor estadounidense, pensaba que la escritura era una manera de hacer catarsis y así mismo, encontramos que muchos grandes autores de la literatura universal y del arte narrativo como por ejemplo: Henry James, Turgeneff, Hawthorne, Guy de Maupassant, Rudyard Kipling, Pushkin, Hemingway, Dostoyevski, Rubén Darío, Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Oscar Wild, Lovecraft, entre otros escritores de distintas partes del mundo, han coincidido en que la escritura responde a un ejercicio de expiación y sanación.


Cuando nos introducimos a la lectura como sanación, es importante resaltar que este enfoque no solo se estudia desde unos escenarios educativos sino que ha sido materia de exploración en la esfera sociocultural y en distintos territorios geográficos y cronológicos. Por esto mismo, la literatura que emerge de allí, es inmensa y abarca casi todas las culturas e idiomas.


Con base a esa búsqueda de una lectura para sanar, he encontrado tres caminos o zanjas por donde algunos investigadores, pensadores, maestros y escritores, han abierto una vía que conduce a sanar a través de la lectura y a sanar a través de la escritura.


  1. Zanja formativa:


Jorge Larrosa en su libro La experiencia de la lectura, expone tres metáforas que se manifiestan en ese estudio profundo y analítico de lo que representa la lectura para la cultura occidental, además explica esta noción desde un enfoque formativo: “La lectura, como el fármaco, el viaje, o la traducción, es algo que forma o transforma al lector.” (Larrosa,2003 p.31). Con base a estas metáforas, la que más llamó mi atención y que tiene una relación estrecha con la literatura para sanar, es la metáfora de la lectura como un fármaco, la cual explica de la siguiente manera:   


Una metáfora que he estudiado en Platón, pero que es muy común en la tradición hermenéutica occidental, es la de la sustancia que se introduce en el alma. Para Platón, el logos es como un fármaco, como una medicina (y también un veneno) para el alma. Y hay toda una tradición en el pensamiento según la cual el texto exportador de un pneuma, de un ánimus, o de un spiritus (de algo incorporal, en suma) que, al mezclarse con la sustancia etérea del alma, la con-forma, la trans-forma o la de-forma (Larrosa, 2003 p.31).


Larrosa, en otros de sus textos, profundiza más sobre el logos como fármaco que, a través de un proceso de relectura y análisis de los textos literarios y de no ficción, conlleva hacia dos vías: el control pedagógico versus la transformación de lo que somos como lectores. En un capítulo de su libro, Pedagogía profana, dice que en la lectura se supera la dicotomía entre la doctrina y el arte: "Un logos que constantemente se resiste a fijarse en dogma y que es justamente esa resistencia: el mantenimiento obcecado de la distancia entre el juego del decir y la fijación de lo dicho" (Larrosa 2000 p.121). Resalta en este fragmento, aquella contradicción o dicotomía que se evidenciaba en la escritura de Platón:


La nueva forma de arte que platón inventa, el diálogo como encarnación del logos pedagógico, aparece así como un género específico de la literatura griega que de ninguna manera queda agotado en la subordinación de la retórica a la lógica o de la literatura a la filosofía. (Larrosa, 2000 p. 121).


Por lo tanto, al explorar esta metáfora de la lectura como un fármaco, notamos que el pensamiento hermenéutico señalado por Larrosa, nos conduce hacia la transformación de lo que somos como lectores, puesto que, a través de un ejercicio juicioso de la interpretación, se puede comprender aquello que el lector está buscando en esa lectura y del mismo modo, aquello que el escritor está sanando cuando inicia con su proyecto de escritura. El escritor es también un lector, que ha superado la barrera del otro como si este estuviese separado del mundo, sino que lo integra al mundo que ve y observa.


Retomando, el componente sustancial que menciona Larrosa con respecto a los diálogos de Platón en ese juego del decir, ¿Qué se dice en el texto y cómo el lector se apropia de aquello que interpreta? Esto mismo se puede comprobar a través de la lectura de textos literarios, como ya Umberto Eco lo ha estudiado en algunas de sus obras más representativas para los estudios literarios, al igual que Roland Barthes en el placer del texto, quienes nos acerca a una literatura que no tiene un fin propio, puesto que no opera bajo las intenciones o al servicio de ningún individuo en particular. Sin embargo, para el oficio de la investigación y de la escritura como tal, la lectura propende hacia una comprensión e interpretación integral del texto para su creación. Dar forma, formar, es la acción que se construye en el ejercicio de un escritor.


Desde esta vía que se ha abierto en el lenguaje de una manera más dinámica y menos codificada, se recogen obras de la literatura con un sentido transpersonal que interiorizan la vida de un personaje en su contexto y cada elemento de una obra narrativa en un universo literario. Aunque el escritor se debate entre aquello que forma de aquello que de-forma, se mantiene en una dualidad constante.



2. Zanja subjetiva:


A pesar de que, la vida del lector y sobre todo la vida del escritor siguen quedando fragmentadas, o divididas, la visión de una lectura para sanar debe desprenderse del texto como un objeto que ordena y jerarquiza para transformarlo como un pequeño mundo que ha sido la representación de una experiencia de vida de un escritor y que esta misma experiencia tienen una resonancia interesante con ese lector. Este sea quizás lo que transforma un texto en arte y esto sea a su vez un arte que sana, sea cual sea la excusa que tiene en esencia el texto para jugar con las palabras, de alguna manera sana algo en el lector, quizás sea: el tedio, la ansiedad, la duda, la confusión, la frialdad, la soberbia, la insensatez, la terquedad, la culpa, la vergüenza, el miedo, la soledad, por dar algunos ejemplos.


Por lo anterior, el psicoanálisis y la psicoterapia, han abonado terreno para explorar en este asunto que compete a la sanación como un arte que puede cultivar un individuo, sin resistirse a ese lado insano o salvaje que predomina en este. Desde que Sigmund Freud, trazó en el pensamiento occidental, un vastísimo panorama hacia el inconsciente, seguido por Carl Jung quien se arriesgó a escudriñar en un terreno desconocido para el pensamiento dominante de entonces, en materia de investigación, se abrió un horizonte en el pensamiento y en la ciencia de la mente humana, así mismo para las artes.


Por la misma línea, la neurociencia, a través de su estudio de la programación neurolingüística, también da algunas luces a través de la exploración del inconsciente como una experiencia subjetiva que provienen de unos programas que se instalan en el cerebro humano y producen unos comportamientos que se suelen repetir y conducir al ser humano a actuar de la manera que lo hace usualmente.


Esta amplia vía que se visibiliza, se repliega en la observación del ser, observa atentamente los comportamientos de cada individuo en relación con su entorno social. Para los poetas y escritores en particular, este modo de describir, de narrar, de contar, de descifrar, de contemplar, de ilustrar y de representar, son cruciales para su oficio, por que de allí parte su concepción de arte, de un arte que sana su vida interior o subjetiva. La exploración tiene un sentido esencial, se sana al explorar por que se identifica, se aprecia, se comprende y se cuida un entorno que tiene un valor incalculable.


Notamos que la literatura que surge a partir de una producción escrita subjetiva, explora e identifica las luces y sombras que componen a un ser humano, sus matices y contradicciones. Grandes autores de la literatura universal, al denunciar o al resaltar aquellos vicios de una sociedad enferma, como por ejemplo Balzac, Camus, Cervantes, Dostoyevski, Flaubert, Kafka o escritores más contemporáneos como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Evelio Rosero, entre otros grandes novelistas de distintos territorios geográficos y cronológicos, han explorado una sociedad enferma, una literatura que se estudia en las aulas desde la consigna realista y pragmática, pero que es tan basta y contundente, que rebosa los frascos de los laboratorios academicistas.



3. Zanja mística:


Una observación y un desarrollo de la conciencia a través del foco de lo místico, ha trascurrido a lo largo de la historia del ser humano, tomando una vía alterna al logos, a la actividad racional y al método científico como tal. Su cultivo es el espíritu y sus herramientas son: el autoconocimiento y la atención contralada. En esta gran vía alterna se encuentran maestros espirituales de diversas religiones, culturas e idiomas, así mismo encontramos a grandes artistas, escritores y poetas que han trascendido su forma de ver el mundo.


Su propósito es la sanación misma, busca la unión entre un extremo a otro, el acercamiento al otro que ya no vemos como algo distinto a nosotros sino que es el reflejo de una parte del ser. Cada parte que vemos en nuestro entorno está interconectado, como lo ha venido enfatizando un gran maestro que podemos ver a través de las redes sociales Enric Corbera:


Desarrollar una conciencia de unidad mediante la comprensión de que siempre proyectamos una parte de nosotros en los demás y por lo tanto siempre nos relacionamos con nosotros mismos (Corbera, 2017 cap. aprender a desaprender)


Al atravesar esta vía que parece un camino privilegiado para unos pocos, se puede notar que hay un camino que debe transitar un individuo, que en la cultura budista lo denominan el camino del medio o del héroe, otros místicos más contemporáneos lo llaman el salto cuántico y es precisamente ese desprenderse de un pensamiento dualista, que separa y divide entre un extremo a otro entre lo bueno y lo malo, entre la civilización y la barbarie, occidente y oriente, lo masculino y lo femenino, que a muchos lectores y buscadores de su sanación nos ha mantenido en una encrucijada mental e irreal.


Estos maestros y poetas nos muestran una vía alterna que trasciende. Trascender es sanar mi espíritu, es sanar mi entorno, es sanar mi relación con el mundo, es sanar la madre y es sanar el hijo. Por lo tanto, las metáforas que se refiere Larrosa sobre la lectura, como el fármaco, el viaje, o la traducción, se unen y se integran en el individuo porque en realidad no está separado de su entorno, sino que aquello que observa es su propio reflejo.


En estos tres horizontes que se vislumbran en este enfoque de lectura para sanar, se esclarece un  camino del autoconocimiento o el crecimiento personal, que son la vía en donde el escritor asume el arte como un lugar para sanar y así mismo el lector buscador de caminos, de rutas y de respuestas, va sanando a través de ese encuentro con la lectura como un refugio, como un bálsamo o como un fármaco que lo alientan a trascender su camino para crecer.

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