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Lo emotivo y lo climático

Actualizado: 20 ene

Las emociones nos mueven, nos confrontan, nos dicen algo porque es una energía que se mueve en nuestro interior. No sabemos de donde proviene aquella tempestad emocional, casi siempre le echamos la culpa a cosas, a personas a situaciones, a Dios, pero ese no es la naturaleza de las emociones. A veces queremos que termine pronto aquella furia, aquella tristeza o que dure mucho aquella alegría. Ponemos en una balanza a las emociones malas de las emociones buenas.


En la dinámica de los fenómenos naturales, ocurre casi lo mismo, se conducen igual, la lluvia, los incendios, los temblores, los granizos, el planeta tierra también reacciona, ¡está vivo! La tierra y todo el ser que habita, le afecta cualquier reacción precipitada de la tierra o viceversa, toda reacción emocional descontrolada del ser humano, produce una reacción en la tierra y evidentemente, a su entorno social. Quizás no a igual escala, pero con seguridad nos encontramos interconectados con todo, incluso hasta con los astros y los seres que se encuentran en las profundidades de la tierra y de los océanos.


Negarnos a vivir las emociones es un acto de crueldad con nosotros mismos o por el contrario dejarnos abatir incansablemente por las tempestades de nuestras emociones también es un acto de suicidio. Aprender a escuchar nuestro dolor, nuestras miserias, nuestra tristeza, nuestros miedos. Puesto que, cuando no he aprendido a disuadir aquella furia que comenzó con un resentimiento y termina en una tragedia, es una decisión que afecta a gran escala y que esto mismo, como consecuencia, desencadena en lo que algunas culturas orientales llaman el karma, en un destino que ha sido señalado por la misma fatalidad. Por el contrario, cuando tenemos el poder de decidir el rumbo de nuestra vida y así mismo cuestionar aquellas emociones potentes que nos invaden y hacer algo al respecto que me pueda ayudar a salir de aquella tempestad emocional, es cuando verdaderamente genero en mi vida un acto de valentía, de redención.


Una situación de dolor que he venido acunando por tanto tiempo, una situación de desprecio, de asco, de rechazo, de humillación o cualquiera que sea la herida que me haga pensar que este mundo es una lucha, un sufrimiento constante, solo va a acrecentar la bola de nieve y la trasformará en una avalancha.


Bastante lo hemos conocido en algunas obras literarias, de Hemingway ¿Cómo el ambiente literario es el reflejo de unas luchas internas que sufre el protagonista de sus novelas? Aunque los diálogos no dejan ver aquellas situaciones internas, lo logramos seguir a través de su narrador, quien es el que describe la dinámica de los ambientes climáticos y el mundo de las emociones de sus personajes, se evidencia una interconexión entre un personaje con otro en sus novelas.


Notamos que en la literatura clásica, moderna, naturalista, realista y surrealista, también se evidencia este patrón de orden climático y emotivo, que no es más que el entorno orgánico del mismo escritor. Es fascinante notar aquellos contrastes entre la situación climática y las voces de sus personajes.


En los relatos de Kipling, Hawthorne, Thomas Mann, Lovecraft, Edgar Alan Poe, Truman Capote, Guy de Maupassant, Julio Cortazar, Horacio Quiroga, Turgeniev, Pushkin, Faulkner, Conrad, Leopoldo Lugones, Jorge L. Borges, entre otros grandes cuentistas, se logra observar esta relación entre lo emocional con lo climático. Son una relación casi que simbiótica.

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